El consumo de drogas y alcohol es un problema que se ha instaurado en las diferentes esferas sociales, donde, por cierto, lo laboral no queda exento. Es así como en el último tiempo se han incrementado las acciones utilizadas por las empresas para constatar y prevenir el consumo de estas sustancias entre sus empleados.
En materia legal, el reglamento 1.215 de la Ley de Drogas 20.000 del Ministerio del Interior, establece normas relativas a la prevención del consumo de estas sustancias en la administración pública y fija un procedimiento de control. En las empresas privadas, la situación es distinta, ya que no cuentan con legislación que indique expresamente la obligatoriedad de estos procedimientos, aunque sí existen normas en las cuales se pueden apoyar para generar normativas internas, como la Ley 16.744, relativa a los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, que establece que “no se permitirá introducir bebidas alcohólicas o trabajar en estado de ebriedad”. Asimismo, el Código del Trabajo expresa que “el empleador está obligado a tomar las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de sus trabajadores”. Así, estas regulaciones entregan un marco general para que las empresas puedan elaborar sus propios planes de prevención y control del consumo de estas sustancias.
¿Es legal solicitar una muestra de orina?
Los programas preventivos del consumo de droga y alcohol, en su mayoría, contemplan toma de muestras (orina o saliva) para comprobar el consumo en los trabajadores. Sin embargo, ¿son legales estas acciones? De acuerdo a la Dirección del Trabajo, “la legalidad de estas prácticas radica en que deben estar incluidas en el reglamento interno de la empresa, donde se estipule las obligaciones y prohibiciones que justifican el control de drogas y alcohol”. En éste, también deben explicitarse los procedimientos del muestreo y su periodicidad.
Además, la entidad recuerda que en todo programa preventivo de drogas o alcohol, debe primar la reserva de los datos obtenidos. “Si bien los controles pueden hacerse bajo circunstancias indicadas en el Código del Trabajo, éstos deben realizarse respetando los derechos fundamentales de los trabajadores, ya que poseen carácter de límites infranqueables respecto de las potestades del empleador. En ningún caso, puede haber menoscabo ni perjuicio gratuito hacia las personas”, indica.
El rol de la política de prevención
La definición de una política de prevención dentro de la empresa juega un rol fundamental en las tareas de combate al consumo de sustancias de este tipo, por lo que en ella deben estar consignados la manera en que se abordará el problema, quiénes serán los ejecutores y cómo se abordará a la población laboral, pero también debe incluir qué acciones se tomarán ante eventuales casos positivos de consumo.
De acuerdo a Patricio Labatut, Gerente General de Global Partners, compañía que se dedica a la capacitación y prevención de drogas en el ámbito laboral, “podemos dividir a las empresas en dos grupos: aquéllas que prestan ayuda y posibilidades de rehabilitación a los trabajadores consumidores, y las en que la ayuda es limitada y muchas veces optan por la desvinculación, situación que se hace necesaria en rubros de alto riesgo como las líneas aéreas, empresas mineras o de transporte”.
A juicio del ejecutivo, los programas de prevención se deben enfocar en inhibir el consumo y no transformarse en una “cacería”, ya que siempre el objetivo primordial de estos procedimientos debe ser la protección de los trabajadores de una empresa.
Prevención, una forma de combate
A nivel mundial, la generación de programas de prevención ha sido una de las medidas que han entregado mejores resultados para mantener a raya el consumo entre los trabajadores. Actualmente, el Estado promueve esta visión a través del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), organismo que lidera el programa “Chile Previene”, el que, a través de su línea de acción “Trabajo”, busca disminuir el consumo y entregar información, impulsando la realización de políticas preventivas.
Desde el sector privado, algunas consultoras también se han interesado en la materia y entregan servicios de prevención a las empresas, programas gestionados y diseñados de acuerdo a las necesidades de cada organización, como es el caso del programa “Drug Free Work Place”, de Global Partners. Labatut, explica que esta iniciativa lleva muchos años implementándose en países desarrollados, donde “se dieron cuenta que la problemática era fácil de abordar teniendo a la prevención del consumo como la premisa, y desde ahí generar acciones específicas contra drogas y alcohol”. El programa, que está certificado bajo la norma ISO 9001:2008, cuenta con etapas que abarcan áreas tales como el diseño de una política de prevención, donde se involucra las necesidades y valores de la empresa; la comunicación y sensibilización a los colaboradores de la política creada; capacitaciones y testeo, entre otras.
“En la etapa final, se evalúa la implementación de las acciones e identifica su grado de efectividad, como también se revisan los indicadores en cuanto a la variación de la accidentabilidad, rotación y ausentismo laboral, información que dará cuenta efectiva de cómo el programa ha logrado reducir esta problemática”, argumenta Labatut.
Crece demanda por los tests de drogas Los tests de drogas y alcohol también han incrementado su demanda, lo que se relaciona a la creciente generación de planes de control de sustancias de este tipo. De acuerdo a Catalina Martínez, Analista de Ventas de RapidTest (empresa que comercializa este tipo de exámenes), “hace doce años nuestra oferta se basaba principalmente en tests de marihuana y cocaína, los que entraban tímidamente en las empresas, pero últimamente los requerimientos han cambiado bastante. Hoy en día, la demanda nos ha llevado a disponer de tests que, además de drogas ‘tradicionales’, detectan anfetamina, morfina y benzodiacepina”. Según señala la ejecutiva, estos tests son mayormente solicitados por la minería, el transporte, las compañías consultoras y los centros médicos. Además, los requerimientos han variado para generar dispositivos que permitan asegurar una mayor fidelidad de la muestra, como por ejemplo, la incorporación de sellos de seguridad. De la misma forma, Martínez observa un cambio en el tipo consumidores de estos productos, lo que define como “un paso de lo laboral a lo social”, ya que cada vez son más los particulares que los adquieren. “Recibimos diariamente personas que compran los tests para realizarlos a sus hijos o maridos, lo que demuestra como esta situación dejó de ser un tabú”, asegura. |